Preparados con Fuego: Cómo los Creyentes Triunfan en los Últimos Días
(English & Español)
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Recuerdo una noche de verano mientras acampaba con amigos. El sol acababa de ocultarse en el horizonte y el aire estaba tranquilo. Entonces aparecieron los mosquitos. Al principio eran solo unos pocos, pero pronto estaban por todas partes: zumbando en mis oídos, subiendo por mis brazos y picándome en creciente número. Intenté de todo: agitarlos, mover las manos, ajustar mi sudadera para que me cubriera más. Pero nada funcionaba; simplemente seguían viniendo. Fue insoportable.
Entonces alguien encendió una fogata. En cuestión de momentos, el humo y el calor alejaron a los mosquitos. Lo que todo mi esfuerzo frenético no pudo lograr, el fuego lo hizo de manera instantánea y sin esfuerzo.
Esa noche me dejó una imagen que nunca olvidaré. Es la misma forma en que los creyentes debemos enfrentar los tiempos finales. No superamos la oscuridad agitándonos sin control ni agotándonos tratando de pelear con nuestras propias fuerzas. Vencemos acercándonos al fuego bien iluminado—acercándonos a la presencia de Dios (Salmos 27:4; Santiago 4:8). Su cercanía, Su poder y Su gloria alejan aquello que nunca podríamos vencer por nuestra cuenta.
Sin embargo, muchos cristianos gastan su energía tratando de averiguar cada detalle de lo que sucederá—identificando al Anticristo y estudiando los eventos que se desarrollan. Conocer y comprender estos temas es valioso y apropiado. Pero algunos van más allá, acumulando provisiones y construyendo refugios como si la mera supervivencia fuera el objetivo principal—y eso es un completo error. Los tiempos finales no se tratan solo de adquirir conocimiento o de prepararse contra los planes del enemigo. Serán días de intensa presión, oposición, persecución y calamidades crecientes (Mateo 24:6–13). En esos momentos, los creyentes necesitarán mucho más que información.
El libro de Apocalipsis no nos entrega simplemente una lista de eventos futuros; nos introduce en la visión de una Persona—Jesús Cristo—cuyo regreso lo cambia todo. (Apocalipsis 1:7-8; 19:11-16). Muestra la gran historia: la caída del mal, la derrota del Anticristo y el reinado eterno de Cristo como el único y verdadero Rey (Apocalipsis 20:10–15; 22:1–5). Su reino nunca terminará (Daniel 7:14; Isaiah 9:6-7). Aquellos que permanezcan fieles y perseverantes hasta el final compartirán Su victoria, habitando con Él y con los santos de todas las generaciones en una paz gloriosa y en gran deleite (Apocalipsis 2:10; 7:14–17).
A la luz de esto, Apocalipsis nos enseña cómo estar "preparados con fuego." No desperdiciamos nuestras fuerzas tratando de espantar la oscuridad; permanecemos cerca del Rey de reyes y Señor de señores (Hebreos 12:2). Fijamos nuestros ojos en Su hermosura, Su poder y Su gloria. Llegamos a conocerlo profundamente—no solo en teoría, sino por medio de una experiencia real (Filipenses 3:10; Juan 17:3)—y alineamos nuestras vidas con Su historia en plena obediencia, pleno acuerdo y plena participación (Romanos 12:1–2).
Y cuando vemos Apocalipsis bajo esta perspectiva, el libro adquiere un peso completamente distinto. Sí, nos advierte de pruebas, oposición y calamidades, pero aún mayor es la visión que nos da del glorioso regreso de Cristo. Apocalipsis no solo revela un futuro lleno de pruebas, destrucción y muerte; revela a nuestro glorioso Señor regresando con poder y liderazgo decisivo para poner fin, de una vez por todas, al mal. Si terminas de leer este libro desesperado por el futuro, lo más probable es que aún no hayas visto el cuadro completo y radiante que pinta para quienes confían en Él. Hay una historia que se despliega: la de nuestro Rey conquistador viniendo a poner todas las cosas en orden en la tierra. ¿La estás escuchando? ¿La estás visualizando? ¿Estás aguardando Su regreso?
Esto es lo que significa estar "preparados con fuego": fijar nuestros ojos en Jesús, contemplar Su hermosura y recibir fortaleza de Su cercanía. Ese es el lugar más seguro y poderoso en el que se puede estar: contemplando, conociendo y amando a Jesús. La Esposa de Cristo—la Iglesia—no triunfará por la desesperación ni por una defensa frenética. Ella se volverá radiante, fuerte y gloriosa al permanecer en su Esposo—Aquel que la lava con Su palabra, la nutre y la cuida (Efesios 5:25–29). A través de estas “preparaciones de hermosura,” se levantará del desierto de los últimos tiempos, fortalecida y radiante, apoyándose plenamente en Su Esposo. Y por fin será revelada en toda su identidad como Su amada y resplandeciente Esposa (Apocalipsis 21:2–4).